Blog para no olvidar mi viaje en moto a Nordkapp y Noruega. Y, bueno, algún otro viajecillo. Sin más pretensiones.

Primer viaje: Nordkapp en verano 2011, lo que viene a ser una vuelta en moto a lo largo de 8 países, en 17 días y con 13.000 kilómetros recorridos (11.000 en moto y 2.000 en ferrys)

Segundo viaje: Escapada a Marruecos en Navidad 2012.

Tercer viaje: Rumbo a Turquía: viaje en solitario a Turquía pasando por los Balcanes, en verano 2015. Casi 10.500 kms y 10 o 12 países (según se mire)

Cuarto viaje: THERE AND BACK AGAIN. Viaje en solitario a Lituania. Más de 8.000 kms en 8/9 días.

domingo, 28 de agosto de 2011

DIA 9: viernes 22 de julio. SVOLVÆR – MO I RANA 480 kms




Arriba! Hemos dormido 6 horas, que no está nada mal para la media que llevamos. Junto al aseo – lavandería comunitarios, hay otra habitación para preparar algo de comer, con cocina, cafetera, cereales, etc., así que nos preparamos un cafelito, pan con fiambre, los yogures que compramos ayer, y emprendemos la marcha.




Vamos pasando por los puentes que unen las islas, en dirección al embarcadero del ferry que va a Bodø. A menudo, los puentes son de un solo carril y hay un semáforo porque no caben dos coches a la vez. De repente, algo me llama la atención. No sé si sabéis que los escandinavos son muy aficionados a poner su bandera en sus viviendas, y en los pueblos es muy normal que las casas tengan un mástil donde ondea la bandera de su país. Me doy cuenta de que hay una bandera a media asta. Sin que me dé tiempo a pensar, observo que la siguiente también, y la otra, y la otra… Le digo a Begoña a través del intercomunicador: “-Ha debido de morir alguien muy conocido en este pueblo, fíjate, todas las banderas están a media asta-.“

No podemos pararnos a hacer fotos si queremos llegar al ferry una hora antes, como nos dijo la chica de Turismo. O sea, que vamos más o menos como siempre. Pasamos cerca de la población con el nombre más corto de Noruega (y de parte del mundo), se llama: Å.
Apenas pasado Reine (dicen que es el pueblo más fotografiado de las Lofoten), llegamos al embarcadero.

Nos ponemos en la fila, hemos llegado una hora antes pero hay muchos vehículos…vamos a ver si hay plazas para nosotros. Algún tiempo después pasa un chico vendiendo tickets y organizando las filas para la entrada al barco. Nos dice que ya no hay sitio para nosotros. Vaya! Pero si falta una hora aún para que llegue el barco! Le apretamos un poco, tratamos de conseguir que nos hagan un hueco. Los noruegos no están acostumbrados a esas cosas, si intentas regatearles un precio se desconciertan porque no entienden qué es lo que quieres (yo tampoco sé regatear, ya te digo que yo tengo genes escandinavos…) El pobre muchacho, totalmente confundido, consulta con sus compañeros. Todos ponen cara de desconcierto, hablan entre ellos y levantan los hombros. El chico vuelve y prácticamente se disculpa por no poder embarcarnos. Me da hasta pena, el pobre es que quisiera hacer lo que pedimos pero las plazas están cubiertas, y no le cabe en la cabeza qué se puede hacer más. Carecen de la picaresca y el chanchulleo español.

El siguiente ferry sale dentro de tres horas y media. Nos sentamos en la cafetería del embarcadero a tomar una café y hacer tiempo. Es la primera vez que tenemos algo de tiempo libre, sin nada programado, y nos sentimos algo perdidos, sin saber qué hacer. Javier coge la cámara de video “aventura” que lleva en la moto. Es una cámara diseñada para llevar en el casco de la moto o en cualquier otro sitio mientras realizas alguna actividad, es cilíndrica y bastante pequeña, recubierta de goma para que sea impermeable y resistente a los golpes. O sea, estupenda para nuestro viaje. Javier la ha puesto en un costado de la moto con intención de grabar mientras vamos en ruta. Pero tiene un aspecto negativo, y es que es bastante básica: sólo tiene un botón de on/off, y además no tiene visor, así que no puedes ver lo que estás grabando ni en ese momento ni después, hasta que no descargues lo grabado en el ordenador. Por ello, no sabremos hasta la vuelta si la cámara ha grabado algo que valga la pena, o si la ubicación no era correcta y sólo ha grabado el carenado, el asfalto o las nubes.


Javier hace un irónico comentario de desagrado respecto a las tres o cuatro horas que llevaba grabadas hasta ese momento, y nos muestra el pequeño objetivo de la cámara. Allí, perfectamente centrado, yace un enorme mosquito con todas las patas y alas extendidas, ocupando el máximo espacio posible. Como si su último pensamiento antes de morir hubiera sido: “Vale, yo voy a palmar, pero os voy a joder la grabación, mamones…aaaaajjj” (aquí debería oírse de fondo la Marcha Fúnebre de Chopin). Nos reimos pese a ser conscientes de que puede que no tengamos más que unos minutos de grabación, porque las nubes de mosquitos las encontramos hace muchos días, en Finlandia, justo cuando comenzó a grabar, y es posible que el mosquito nos acompañe desde entonces. Bueno, ya no se puede hacer nada, sólo limpiar el objetivo y revisarlo de vez en cuando para desalojar a otros insectos polizones. Ya en casa comprobaremos que el mosquito no es finlandés sino de las Lofoten, porque la eutanasia se produjo el día de antes, camino de Svolvær. (Resuelto el enigma del vídeo chorra del día 8: no es una gota de agua, sino el fantasma del mosquito lofoteño).

Por fin llega el siguiente ferry, y esta vez somos las primeras motos en entrar. Las sujetamos con las cinchas (la travesía dura unas tres horas), y subimos a cubierta. Nos alejamos poco a poco de las Lofoten, hacemos un par de fotos y dejamos grabadas unas preciosas imágenes en nuestra memoria.






Como es habitual, hace un viento bastante frío en cubierta, pero nosotros llevamos la ropa de cordura de la moto y estamos estupendamente. Tan bien estamos que nos quedamos dormidos en cubierta, Begoña y yo en hamacas, y Javier tumbado directamente en el suelo.
Cuando estamos a punto de llegar a Bodø, nos despertamos y entramos a tomar un café. En ese momento recibo un sms de mi amiga Luz Marina, que dice: “Atentado en Oslo. ¿Estáis bien?”. Inmediatamente recuerdo las banderas a media asta, y me pregunto si tendrá algo que ver. Vamos comentando el tema mientras bajamos a la bodega a por las motos. Durante el día recibiré más mensajes de amigos preocupados,  a los que agradezco enormemente su interés.

La carretera se dirige hacia el este, hacia el interior, y luego de nuevo hacia el sur. Rodamos a buen ritmo, entre bosques y casitas de madera salpicadas aquí y allá. Junto a la carretera, en un pequeño prado, hay un caballo pastando plácidamente. Pasamos junto a él bastante cerca, y en ese preciso momento me doy cuenta: no es un caballo, ¡¡es un alce!! Tengo un coche detrás, no puedo parar y nos quedamos sin la foto. Pero hemos pasado a pocos metros de un alce, el único que veremos en este viaje.

La carretera asciende, el frío aumenta y el paisaje se endurece. Ya no hay árboles, sólo tundra desnuda azotada por el viento polar. Frío, más frío, y llovizna. A la derecha está el glaciar Svartisen (Hielo Negro), no podemos verlo pero sí que sentimos claramente el fresquito…no en vano es el segundo más grande de Noruega. Javier rueda en cabeza, nosotros le seguimos a unos cincuenta metros. De repente veo algo botando por la carretera, cuando está a unos tres o cuatro metros de nosotros de doy cuenta de lo que es, freno y le grito a Begoña: ¡la cámara, coge la cámara! Efectivamente, era la cámara de video de Javier, que se había desprendido del carenado y se marchaba a vivir su propia vida. La recogemos y damos alcance a Javier, que se había detenido a esperarnos al ver que no veníamos detrás, y que no se había dado cuenta de lo de la cámara. Análisis de daños…la carcasa está partida pero sigue sólidamente unida, no podemos saber nada más. Habrá que suponer que funciona y seguir grabando, y cuando estemos en casa sabremos si realmente ha grabado algo o no. Vaya tela, primero lo del mosquito y ahora esto…en fin.

Cuando faltan unos 80 kms para llegar a Mo i Rana, encontramos el Polarsirkelsentrer, una especie de tienda-museo situada exactamente en la latitud 66º33´, es decir, justo en el Círculo Polar Ártico. Aprovechamos para tomar un café y hacer algunas fotos. Intentamos varias veces llamar a casa, pero no lo conseguimos, suponemos que el atentado ha debido de colapsar las líneas.



Continuamos nuestro camino y pronto el paisaje vuelve a cambiar, tornándose tan espectacular que no dejamos de hacer comentarios a través de los intercomunicadores. Como sabemos que Mo i Rana es una población que no tiene nada de interés, decidimos pernoctar en unos hytters que encontramos nueve kms antes de la ciudad.

Las cabañas estaban junto a un ancho y apacible río, rodeadas de bosque, en un paraje absolutamente idílico. Un par de pescadores tendían sus cañas desde la orilla, y otro más buscaba su trofeo desde un bote solitario. Éste ha sido el entorno más bonito en el que hemos pernoctado. El silencio, que tantas veces nos ha llamado la atención durante este viaje, aquí era casi palpable, casi tangible. (Hace unos días Javier nos regaló una de sus frases lapidarias: -“Joder qué silencio…no se oyen ni las chicharras”- Jajaja, ¡chicharras aquí, al norte del Círculo Polar, con estas temperaturas!).



No tenemos muchos víveres, así que vamos a una gasolinera cercana a cenar, aprovechando que no llueve mucho. Allí, junto a la gasolinera, sobre una casa de madera con el tejado de hierba, vimos un arco iris formando un semicírculo perfecto, de extremo a extremo, con los colores tan nítidos que en cualquier momento podríamos haber visto también a Heimdal, el guardián del arco iris, siempre atento para evitar que nadie pueda acceder a través de él a la tierra de los dioses. Sí, son las cosas de la mitología escandinava, pero hay que estar allí y ver ese arco iris tan real, tan fisico, para poder comprender que los antiguos nórdicos pudieran creer ciertas cosas...



Y AHORA LAS FOTILLOS DEL DÍA:


Adiós, Lofoten!

Polarsirkelsentrer

Haciendo el tonto en el Polarsirkelsenter


La gente amontona piedras por allí, no sé por qué.

Remanso de paz...

Más vistas desde la cabaña



Radar noruego. Tooomaaa!!!





2 comentarios:

  1. Qué maravilla de cabañita al ladito del lago; la foto de Javier delante del lago es chula tb! Suerte mañana amigo! xxx

    Louisa

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  2. Buff...nos habríamos quedado allí unos días con muchísimo gusto...¡bueno, la próxima vez será! Yo no lo descarto, en absoluto...

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