Blog para no olvidar mi viaje en moto a Nordkapp y Noruega. Y, bueno, algún otro viajecillo. Sin más pretensiones.

Primer viaje: Nordkapp en verano 2011, lo que viene a ser una vuelta en moto a lo largo de 8 países, en 17 días y con 13.000 kilómetros recorridos (11.000 en moto y 2.000 en ferrys)

Segundo viaje: Escapada a Marruecos en Navidad 2012.

Tercer viaje: Rumbo a Turquía: viaje en solitario a Turquía pasando por los Balcanes, en verano 2015. Casi 10.500 kms y 10 o 12 países (según se mire)

Cuarto viaje: THERE AND BACK AGAIN. Viaje en solitario a Lituania. Más de 8.000 kms en 8/9 días.

sábado, 6 de agosto de 2011

DIA 5: Lunes 18 de julio. HELSINKI – ROVANIEMI 826 kms



Nos levantamos y vamos a desayunar. Mientras estamos pagando para entrar al comedor, vemos venir a la finlandesa por detrás. Agachamos la cabeza y entramos en el restaurante como dos balas. Esta vez hay menos gente y nos sentamos solos en una mesa, como es lo normal. Desayunamos mientras vemos por los ventanales cómo nos acercamos y entramos en el puerto de Helsinki.
Islas llegando a Helsinki
Bajamos a desatar las motos y cargar el equipaje. Mientras estamos en ello, aparece la finlandesa de marras, y nos pide disculpas por su comportamiento. “Don´t worry, don´t worry, no problem, no problem!!” le decimos, aliviados por su cambio de actitud. Hay que decir que al menos tuvo la valentía de acercarse y disculparse, que no todo el mundo se habría atrevido, lo cual es un punto a su favor.

Desembarcamos a las 8 de la mañana, Helsinki nos recibe con cielos despejados y una temperatura de 22º. Comenzamos a rodar por la autovía en dirección Lahti, donde nos despediremos de ellas durante muchos días, en realidad hasta que volvamos a Alemania, si descontamos  el pequeño tramo que va desde Oslo al aeropuerto. Durante gran parte de este tramo nos acompañan la pareja de finlandeses de las BMW, quienes antes de llegar a Lahti nos hacen un saludo de despedida y toman una de las salidas de la autovía.

En la primera gasolinera en la que paramos a repostar tenemos el primer problema con las tarjetas. En toda Escandinavia lo normal es el pago automático con tarjeta: metes la tarjeta en el surtidor, introduces el pin, seleccionas el surtidor y llenas el depósito. Pero este jodido surtidor no nos aceptaba las tarjetas, y eso que probamos con tres diferentes cada uno. En vista de que no aceptaba ninguna de las seis, llamamos a la chica de la caja, que afortunadamente resolvió el tema haciendo que repostásemos al modo tradicional, es decir, primero llenamos el depósito y luego pagamos en caja. Pero ésto nos hizo temer que más al norte podríamos tener dificultades, ya que nos habían dicho que los empleados suelen marcharse a casa a las 6 de la tarde (es la hora habitual de cierre de todos los establecimientos por aquí), y además, a veces la única gasolinera en doscientos kilómetros consiste en un solitario surtidor con su ranura para la tarjeta. Con cierto mosqueo continuamos la marcha, temiendo que por las desoladas tierras del norte esta circunstancia podría suponer un serio problema. Quedarse sin gasolina a las tantas de la noche (aunque haya luz), con unos vientos y fríos que podían ser bastante jodidos, en una carretera por la que no pasan ni los p… renos no era un panorama muy alentador…

Al fondo se ve uno de los camiones cargados de madera.

La carretera de Lahti a Jyväskylä está muy transitada. Paramos cada 200 kms a repostar, así que nuestras visitas a las gasolineras son bastante frecuentes. En una de ellas que hay junto a un lago, tienen un pequeño supermercado y cafetería, así que aprovechamos para comer algo, salimos al porche de madera blanca que hay detrás y tomamos un café y un sándwich.
Comiendo en el porche. Al fondo uno de los mil lagos
Como comentaba antes, hay bastante tráfico, lo que nos obliga a adelantar mucho. En uno de los adelantamientos, el coche al que Javier está adelantando de repente decide adelantar a su vez, y sin mirar por el retrovisor se desplaza bruscamente hacia la izquierda, justo cuando la Triumph está situada a su lado. Javier no acierta a encontrar la bocina (debido a que tiene la moto desde hace poco tiempo y a la tensión del momento) y el coche se acerca rápidamente a él. Cuando está a 30 o 40 centímetros de él, por fin el conductor del coche lo ve y vuelve a su carril de un volantazo. Ufff…ha faltado bien poco!!!
En la primera salida que vemos nos detenemos. A Javier aún le tiemblan las manos. El lugar donde hemos parado resulta ser de lo más curioso, vemos gran cantidad de campanas de todos los tamaños y colores. Se trata de un área de descanso donde está el restaurante Vaskikello (campana en finés), en 1973 compraron una campana de latón para ponerla junto a la puerta, como un símbolo, sin intención de comprar más. Pero luego comenzaron a poner otra, y luego otra, y luego otra…y se les ha ido un poquito de las manos, ¡ya tienen más de 1.500!



Las carreteras que estamos recorriendo ahora son buenas: el asfalto está en buenas condiciones, son bastante rectas y son realmente agradables de recorrer. La carretera típica es una larga recta, con suaves curvas, con tres o cuatro metros de vegetación baja llena de flores malvas a los lados, y rodeada de altos abetos y abedules. Bosque, bosque, lago, bosque. De vez en cuando nos cruzamos o adelantamos a un camión cargado de madera, suelen llevar otro remolque con madera detrás (se ve en la foto de antes en la gasolinera, haz clic en la foto y se amplía), y el olor a madera es muy intenso, similar al de las tiendas de madera o de muebles, pero más fresco, más dulce, más suave. Muy agradable. Sé que ahora, cada vez que entre en una tienda de muebles y note el olor a madera, evocaré el recuerdo de esas carreteras orilladas de flores malvas y bosques infinitos.
Bosques, bosques, lagos, bosques, bosques, lagos...

Y para no ponernos tan cursis, tengo que decir que las carreteras de Finlandia también tienen otro tipo de bosque menos agradable: están infestadas de radares. ¿Finlandia, la tierra de los mil lagos? Y una leche, ¡la tierra de los mil radares por kilómetro!

Camiones con defensas para los renos

Con alguna paradita para repostar gasolina para las motos y viandas para los moteros, pasamos Oulu y llegamos a Rovaniemi.
Descargando en el Borealis
Allí Begoña había reservado dos habitaciones en el Guesthouse Borealis. Posteriormente nos alojaremos en otros guesthouse, son algo así como una pensión, un Bed & Breakfast o como un albergue, suelen estar ocupadas por jóvenes aunque puedes encontrar también gente más mayor, eso sí, todo el mundo tiene buen aspecto. En ellos encontramos muchos moteros, y en el de Svolvaer estuve charlando con un cincuentón sueco de impecable presencia, que tenía coche, moto, caravana y barco: quiero decir con esto que no se trata de un alojamiento para indigentes. Están muy extendidos por Finlandia y Noruega y es una buena forma de alojarse, es económico, las habitaciones son sencillas pero correctas, normalmente tienen aseo con ducha dentro de la habitación, y el desayuno no está mal tampoco. Eso sí, si llegas buscando alojamiento y es tarde tienes que llamarles por teléfono (lo ponen en la puerta) porque a partir de cierta hora no hay nadie en recepción, pero en dos minutos están ahí, y ya la siguiente vez entras con tu llave.

Nos duchamos y salimos a tomar una cerveza. La recepcionista, una chica muy agradable que más bien parecía noruega, nos indicó la zona de marcha. Llegamos allí y paramos las motos, pero a pesar del plano aquello parecía una calle peatonal sin bares ni nada similar. Le preguntamos a dos chicas que había sentadas en un banco junto a nuestras motos, y nos indicaron que fuésemos al final de la calle y girásemos a la derecha, allí había unas terrazas donde “están los turistas”. Vamos allí a mirar, y no tiene mala pinta, pero queremos ver el resto de la calle, así que desandamos lo caminado y recorremos el tramo de calle que quedaba a la izquierda de donde habíamos preguntado. Allí vimos un pub irlandés con buen aspecto y nos metimos.

Nosotros de cervecitas. Pero este tipo ¿quién es? ¿Santiago Segura en un estado muy perjudicado? ¿Papa Noel de incógnito y jartovino? Aporta tu sugerencia...
Nos tomamos una cerveza, y cuando íbamos hacia la zona “de los turistas” a echar la segunda, recibo un sms de Begoña: ¡Ya está en Rovaniemi! Vamos a recogerla al aeropuerto, está radiante a pesar de que ha tenido que esperar muchas horas en la escala de Tampere, y encima le cerraron la cafetería antes de las 6 y no pudo ni cenar.
 
¡¡¡ Ya está aquí por fin !!!
Decidimos tomar esa segunda cerveza que se nos ha quedado colgada, de modo que volvemos a la calle de antes. Nada más aparcar, las dos chicas de antes se nos acercan muy sonrientes a decirnos algo, y yo comento: -Ah, you two again!- Mientras las chicas nos dicen que antes nos hemos equivocado, que nos dijeron hacia la derecha, yo me doy cuenta de que la situación puede ser un poco extraña para Begoña…se supone que hemos llegado a Rovaniemi muy poco antes que ella, pero nada más aparcar aparecen estas dos chavalas que en cuanto nos ven se nos acercan entre risitas a hablarnos con una familiaridad que cualquiera diría que las conocemos de toda la vida… le explicamos el asunto y nos tomamos la cerveza prometida, por cierto, una Karhu (=oso), claro, aquí todo es relativo a los osos. Hacemos unas fotos para que se vea que aquí a las doce de la noche hay la misma luz que en un atardecer de España, y nos vamos a nuestras habitaciones.

Detalle de la hora


Detalle de la temperatura

2 comentarios:

  1. Qué fotos más chulas!!! Begoña campeonaaaa síiiii!!! Ya contareis qué pasó con los vuelos....

    Louisa

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  2. Por cierto 3 puntos para la finlandesa sí; la foto en el asfalto es genial!

    Louisa

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