Blog para no olvidar mi viaje en moto a Nordkapp y Noruega. Y, bueno, algún otro viajecillo. Sin más pretensiones.

Primer viaje: Nordkapp en verano 2011, lo que viene a ser una vuelta en moto a lo largo de 8 países, en 17 días y con 13.000 kilómetros recorridos (11.000 en moto y 2.000 en ferrys)

Segundo viaje: Escapada a Marruecos en Navidad 2012.

Tercer viaje: Rumbo a Turquía: viaje en solitario a Turquía pasando por los Balcanes, en verano 2015. Casi 10.500 kms y 10 o 12 países (según se mire)

Cuarto viaje: THERE AND BACK AGAIN. Viaje en solitario a Lituania. Más de 8.000 kms en 8/9 días.

sábado, 27 de agosto de 2011

DIA 8: Jueves 21 de julio. STORSLETT - SVOLVÆR (Islas Lofoten) 510 kms






Desayunamos en el Guesthouse, y descubrimos que las motos que vimos fuera son de unos moteros suecos que estaban alojados en el mismo sitio que nosotros en Rovaniemi. Evidentemente están realizando el mismo recorrido que nosotros, o muy similar.

Nos dirigimos al archipiélago de las Islas Lofoten, todavía por encima del Círculo Polar Ártico. La carretera tiene buen firme e invita a circular con alegría. Como de costumbre sólo nos detenemos en las gasolineras, y siempre buscamos las Statoil por aquello del cafelito gratis…aunque llamar a lo que beben los noruegos “café” es un exceso injustificado de buena voluntad. En general se parece a un café, pero bastante aguado, lo que nos llevó a realizar un riguroso y concienzudo estudio acerca de la cantidad de cafeína que contiene una taza promedio de café de una gasolinera Statoil. Según los datos que manejamos, producto de un muestreo más que significativo a todo lo largo de Noruega (no digo a lo ancho porque Noruega ancha, lo que se dice ancha, no es), hemos observado que la concentración aumenta cuanto más al sur nos encontramos y cuanto más aprendemos a manejar las puñeteras máquinas con sus instrucciones claramente explicadas en noruego. Así, podemos concluir que el porcentaje de cafeína por taza oscila entre menos de una diezmillonésima parte en el norte, y unamierdecilladená en el sur, según hemos corroborado con nuestra experiencia personal.
Antes de llegar a Narvik nos desviamos por la E10. El paisaje es precioso. Estamos un poco intranquilos, porque hace bastante que no vemos gasolineras y llevamos más de doscientos kms. recorridos, lo que quiere decir que la moto de Javier tiene el depósito casi vacío. En un pueblo hay una indicación de gasolinera, pero no la vemos por ningún lado. Javier posteriormente sopesará la posibilidad de que sea una gasolinera de barcos… el caso es que no hay gasolinera a la vista.
Continuamos cruzando mentalmente los dedos, y por fin encontramos algo parecido a una gasolinera. Bueno, en realidad no es más que un solitario surtidor, con su correspondiente pago por tarjeta. Más nos vale que tenga gasolina, y que las tarjetas funcionen, porque en varias ocasiones no hemos logrado que acepte ninguna de las seis tarjetas…y si no conseguimos repostar, la cosa se va a complicar bastante.
Los dedos cruzados muestran su eficacia y todo va bien: repostamos sin problemas. Decidimos aprovechar la parada para comer algo en una mesa de madera que hay cerca.

Entramos en las Lofoten a través de un puente, ya que las islas están todas unidas entre sí por puentes y túneles. El archipiélago parece un muro cerrado cuando se observa desde Bodø, por eso también se le conoce como “Lofotveggen” (el muro de las Lofoten).
Las islas Lofoten se caracterizan por sus altas montañas nevadas, fiordos, islotes, playas y grandes áreas vírgenes. Aquí se produce la mayor anomalía en cuanto a temperaturas del mundo: teniendo en cuenta que todavía estamos al norte del Círculo Polar Ártico, en invierno debería hacer un frío pelón que te cagas, sin embargo, gracias a la Corriente del Golfo su temperatura media permanece por encima de 0º C durante todo el año, y así las Lofoten no se congelan. Pero vamos, que más frío que en las Canarias tiene que hacer, para bañarse tampoco veo yo la cosa…


Las vamos recorriendo mirando sin cesar a los lados el espectáculo de nieve, vegetación y cascadas, y finalmente llegamos a Svolvær, donde haremos noche. Junto a una gasolinera (Statoil, por supuesto) encontramos una Guesthouse. Realizamos la inevitable llamada telefónica, y decidimos quedarnos a pesar de que las habitaciones no tienen baño dentro, sino compartido, en una habitación enfrente de nuestra puerta. No nos importó por varios motivos: en primer lugar parecíamos ser los únicos huéspedes del lugar -o al menos del pasillo-, y en segundo lugar porque ya habíamos observado que los escandinavos son realmente cuidadosos con las cosas comunitarias, de hecho cuidan más lo que es de todos que lo suyo propio. No sé si he hecho alguna referencia a los aseos de las gasolineras en Finlandia y en Noruega. Normalmente sólo hay un aseo en la gasolinera, es decir que lo comparten hombres y mujeres. Pero están siempre impecables como si acabasen de limpiarlos en ese momento, nunca encuentras nada sucio, ni un papelito en el suelo ni una gota de pis (con perdón por el exceso escatológico), huele a limpio, no falta papel y además algunos tienen como unas funditas de papel desechables para poner en la tapa por si tienes que sentarte…son momentos en los que te avergüenzas de ser español, porque, ¡¡¡qué diferencia con los aseos de las gasolineras españolas!!! En fin, mejor dejemos el tema, que me enciendo…
Aprovechamos que hay lavadora y secadora para hacer la colada. O mejor dicho, intentamos hacer la colada, porque no nos aclaramos con el funcionamiento de la lavadora, probablemente por culpa de esa extraña manía que tienen los noruegos de poner todos los letreros de las máquinas en noruego… “-Bueno, a ver, esto deben de ser los programas, no? Y el botón de funcionamiento éste de aquí…-“
Pues nada, que no. La lavadora no funciona. Nosotros venga a tocar los diferentes botones y ruedas de la lavadora: “-Dale a éste, no no, gira la rueda hacia la derecha…no, la otra derecha, joder… ¿Qué es ese ruido que hace? Fffff…funcionar no funciona pero aquí huele a quemado…Ah, no sé, como soy anósmico no lo huelo…(ya empezamos) ¿y si le damos aquí? A mí ese ruidito no me gusta nada, y te digo que huele a cuerno quemado…no, si al final esto va a salir ardiendo joder…-“
Total, al final Begoña consiguió hacerla funcionar por el inesperado procedimiento de abrir la llave de paso del agua de la lavadora. ¿A quién puñetas se le ocurre cerrar la llave de paso del agua de la lavadora? Están locos estos noruegos… En fin, que conseguimos hacer funcionar la lavadora, con el democrático resultado de unificar los colores de toda la ropa en un único tono gris-azulado de lo más intrigante, y de convertir los pantalones blancos de Javier en un práctico (y caro) trapo para limpiar la moto (o para vestir al cursi de Kent, el novio de la Barbie, aunque igual también a él le quedan pequeños). Si es que esto nos pasa por limpios, mira que se lo dije: que con cuatro mudas hay para todo el viaje, hombre: día 1: gayumbos del derecho y con la portañuela por delante, día 2: gayumbos del derecho y con la portañuela por detrás, día 3: gayumbos del revés y con la portañuela por delante, día 4: gayumbos del revés y con la portañuela por detrás, y el día 5 se tiran a la basura y se cogen otros limpios…todo es cuestión de organización, leche!
Salimos en busca de una buena cerveza para olvidar el mal rato de la colada. Vamos al centro y preguntamos en la oficina de Información de Turismo acerca del ferry que tenemos que tomar mañana para ir a Bodø: ya no se puede reservar (se reserva hasta 24 horas antes), y nos aconsejan que estemos allí una hora antes para que no haya problemas.



Svolvær es muy pequeño, el único lugar con vidilla es la plaza que está junto al puerto, pero está tomada por cruceristas de aspecto más bien pijo (hay un crucero atracado en el puerto), y sospechamos que nos tomarán por uno de ellos y nos clavarán, así que buscamos en los alrededores.

Nos metemos en una especie de hamburguesería-italiano-kebab, y pedimos pizza y algo de kebab. Mieeerda…no tienen cerveza. No tienen licencia para vender bebidas alcohólicas. Resulta que en Noruega, para vender bebidas alcohólicas es necesaria una licencia, como en EEUU. ¡Pues nosotros no nos quedamos sin nuestra cervecita! Comemos rápidamente (como los pavos, que diría mi madre), y vamos al supermercado antes de que cierren. Ajá, allí están las cervezas…pero coño, ¿por qué están las vitrinas cerradas con cadenas y candados? Tras un momento de desconcierto inicial, una española que vive allí nos lo explica: en osl supermercados sólo se pueden vender hasta las 6 de la tarde, y únicamente cervezas de 2,5 grados. Para las demás cervezas o para licores hay que ir a una licorería, eso sí, antes de las tres de la tarde. A tomar por c… la cerveza…
Resignados (aunque algo frustrados) volvemos arrastrando los pies, mientras en nuestras mentes se forma por primera vez un comentario negativo: “Ojú qué sosos son los noruegos!!!” Compramos en “nuestra” gasolinera zumo, un par de yogures de esos que tienen como un vasito con cereales dentro para mezclarlos, y nos tomamos un chocolate calentito en la imprescindible taza-termo. Y a dormir! (Que sueñes con enormes cervezas fresquitísimas…)

EL VIDEO CHORRA DEL DÍA, Y ALGUNAS FOTOS:














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