Blog para no olvidar mi viaje en moto a Nordkapp y Noruega. Y, bueno, algún otro viajecillo. Sin más pretensiones.

Primer viaje: Nordkapp en verano 2011, lo que viene a ser una vuelta en moto a lo largo de 8 países, en 17 días y con 13.000 kilómetros recorridos (11.000 en moto y 2.000 en ferrys)

Segundo viaje: Escapada a Marruecos en Navidad 2012.

Tercer viaje: Rumbo a Turquía: viaje en solitario a Turquía pasando por los Balcanes, en verano 2015. Casi 10.500 kms y 10 o 12 países (según se mire)

Cuarto viaje: THERE AND BACK AGAIN. Viaje en solitario a Lituania. Más de 8.000 kms en 8/9 días.

jueves, 4 de agosto de 2011

DIA 2: Viernes 15 de julio. VILADECANS – LUXEMBURGO 1.200 KMS


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A las 6 de la mañana suena el despertador (pero, ¿yo no estaba de vacaciones? Jooodeeer…). Tras un opíparo desayuno en casa de Mayca y Óscar, cargamos las motos y nos dispusimos a partir de nuevo. El día amaneció con lluvia, pero cuando salimos a la calle ya no caía ni una gota, y con 24 grados de temperatura emprendimos la marcha.

Aún no habíamos abandonado España cuando algo salió despedido de la moto de Javier. Era la tapa de la guantera izquierda. Mi primer pensamiento es que la moto comienza a desintegrarse. No era posible volver atrás a por la tapa, y de haberlo sido, probablemente no habría merecido la pena porque estaría bastante dañada por el paso de los vehículos. Así que con el primer susto que nos darían las motos ese día, continuamos con inciertos presagios.

Entramos en Francia por la Junquera, y me sorprende la gran cantidad de caravanas y autocaravanas que se ven en la carretera. Está claro que la diferencia de número respecto a España es muy grande. Esta presencia masiva durará todo el viaje fuera de España, en Noruega parecía haber más autocaravanas que coches.
Tras el primer peaje (brrr… toda Francia está llena de peajes, me cagoentó!) paramos en la primera gasolinera (a 1.65 € el litro, y luego será peor: en Alemania es más cara, y en Noruega casi a 2 €), y los malos presagios continúan haciéndose realidad. Javier sube la moto al caballete para comprobar el nivel del aceite y, al bajarla, la moto se cae sobre el costado derecho. Rápidamente la levantamos, y comprobamos los daños: el intermitente delantero está roto, y un líquido de color verdoso se ha derramado por el suelo. Se trata del líquido del radiador que, por suerte, sólo se había vertido por el rebosadero, sin existir ninguna rotura. Javier se pone manos a la obra, y con soldadura en frío, bridas y cinta americana repara el intermitente de forma bastante convincente.
Reemprendemos la marcha. Durante la ruta, se le vuela un trapo y se le cae un espejito que le había puesto de esos para evitar los ángulos muertos. En algún momento que no soy capaz de precisar, ha volado también la bandera de la Patrulla. Continúa la desintegración de la moto, mal rollo. Y, de repente, veo que pierde velocidad, pone los intermitentes de emergencia y se desplaza hacia la derecha hasta el arcén. Me detengo detrás, me levanto la mentonera del casco y veo el rostro desencajado de Javier volverse hacia mí. -“Se ha muerto”- dijo, refiriéndose a la moto –“Se acabó el viaje”-. El motor se había detenido en medio de la autopista, así, sin más. Durante unos instantes todo pareció oscurecerse. Javier prueba a ver si arranca. Nada. Me acuerdo de Luis Moya, el copiloto de Carlos Sáinz: Trata de arrancarla Carlos, por dios, trata de arrancarla!!! Pero no es momento de bromas. Inesperadamente, la moto arranca de nuevo. Nos miramos con desconcierto, esperanza, y mucha aprensión, pero la moto no se vuelve a parar. ¡Genial! Continuamos la marcha hasta una gasolinera cercana, donde nos detenemos a repostar. Después de que la moto se detuviera, Javier puso la posición del grifo de la gasolina en reserva y entonces fue cuando arrancó, pero el depósito tiene combustible suficiente. Tal vez sea algún problema del grifo, o impurezas en la gasolina, alguna burbuja de aire en el tubo de la gasolina a consecuencia de la caída…no lo sabemos, pero el motor funciona. Es suficiente para nosotros por ahora. Comemos algo tumbados en el césped de la gasolinera, y continuamos la marcha.
El césped estaba lleno de "recuerdos" de perritos...puaj!

Cada uno se relaja como puede, no?
En otra gasolinera, un camionero franco-alemán con unos bíceps como mi muslo nos aconseja la ruta que él cree más conveniente, teniendo en cuenta tráfico y obras: por Metz, Colonia (Koln) y Hamburgo. Le hacemos caso. Las autopistas francesas que recorremos son muy buenas, y los kilómetros caen con rapidez. Los coches en general van rápidos, la velocidad máxima permitida es de 130 kms/h, pero el tráfico circula a unos 150/160 km/h. Nos sumamos a esa velocidad. A los pocos minutos un camión nos saluda al pasarle, es nuestro amigo el camionero franco-alemán. Le saludamos también. El mundo está lleno de buena gente, pienso, siempre dispuesta a echar una mano o dar un consejo. Por desgracia, los pocos cabrones que hay en el mundo hacen mucho daño.
Unos 1200 kms después llegamos a Luxemburgo. Nos reciben un par de flashes…coño, radares! Pero si vamos despacio! Creo que las fotos no nos las hicieron a nosotros…en cualquier caso, la foto nos la hicieron de frente, así que…la matrícula no sale ;)
Buscamos alojamiento en el Hotel Ibis, pero está lleno. El Etap que hay al lado está lleno también. Nos dicen que hay no se qué evento y que está todo lleno. Es bastante tarde, y con cierto desasosiego nos dirigimos al centro a buscar hotel allí…los primeros que vemos tienen aspecto de cobrar por una noche el presupuesto de todo el viaje. Empezamos a temer que vamos a dormir tirados en algún parque luxemburgués. Finalmente, a eso de la 11:30 de la noche, Javier entra en el Meliá Luxemburgo a preguntar.
¿Tendrán habitaciones libres? ¿Y...a qué precio?
Por fin allí encontramos habitación, y a un precio sorprendentemente bueno, al parecer había algún tipo de oferta y nos salió por menos de 100 euros. El recepcionista se llama Pepe, es uruguayo y ha vivido en Marbella, y nos resuelve el tema de la cena: a pesar de la cocina cerrada nos sube dos ensaladas César y dos cervezas que nos hacen decir por primera vez que “hemos triunfado como los Chichos”. A la 1:30 de la madrugada nos vamos a dormir.
¡¡Oleee!! Hemos triunfado como Los Chichos!!

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