Blog para no olvidar mi viaje en moto a Nordkapp y Noruega. Y, bueno, algún otro viajecillo. Sin más pretensiones.

Primer viaje: Nordkapp en verano 2011, lo que viene a ser una vuelta en moto a lo largo de 8 países, en 17 días y con 13.000 kilómetros recorridos (11.000 en moto y 2.000 en ferrys)

Segundo viaje: Escapada a Marruecos en Navidad 2012.

Tercer viaje: Rumbo a Turquía: viaje en solitario a Turquía pasando por los Balcanes, en verano 2015. Casi 10.500 kms y 10 o 12 países (según se mire)

Cuarto viaje: THERE AND BACK AGAIN. Viaje en solitario a Lituania. Más de 8.000 kms en 8/9 días.

viernes, 5 de agosto de 2011

DIA 3: Sábado 16 de julio. LUXEMBURGO –TRAVEMÜNDE, Lübeck, Alemania 703 KMS



Good morning, sir!!!

Con esta anglófona frase me saludará Javier todos los días. Son las 6:00 de la mañana, pero el desayuno no se sirve hasta las 7:00, de modo que nos vestimos “de romano” y bajamos a cargar el equipaje. Aunque Pepe el recepcionista nos dijo que las motos las podíamos dejar frente al Hotel, y que a la hora a la que pensábamos marcharnos aún no pasaba por allí la policía, no las teníamos todas con nosotros. Javier bajó primero, y cuando yo bajé me encontré una notita en mi moto: “Multa de la policía Luxemburguesa: 1.500 €” Menos mal que sólo era una broma del cabrón de Mesala…


Cargando la moto. Puede verse la "multa" en la pantalla brrr!
Desayunamos realmente bien, y cuando ya nos íbamos, una de las camareras (oriental) nos preguntó si estábamos de viaje en moto (viendo nuestras ropas, no había que ser muy perspicaz, claro). Le explicamos nuestros planes, y nos dice que le gustan mucho las motos. Nos pregunta si las nuestras son grandes, y le contestamos que por supuesto, las nuestras son grandes (risas). Nos estamos volviendo unos asilvestrados jajaja!!

Salimos de Luxemburgo y entramos en Alemania. Pasamos junto a Nürburgring, el circuito conocido como Grüne Hölle o "infierno verde", y que está considerado el circuito más difícil y agotador del mundo. Pero no tenemos tiempo para jugar a las carreritas, así que pasamos de largo. El GPS nos saca de la autopista y mete por una carreterita preciosa, de curvas cerradas entre bosques y casitas como de cuento. Una maravilla. Alemania es preciosa.
Nos incorporamos de nuevo a la autopista. Hay muchas obras, y unas caravanas impresionantes. El mito de la eficiencia alemana se nos cae al suelo, y no por primera vez, puesto que nos acordamos de la chapuza de los pepinos y la puñetera E. coli. Descubrimos que, en las caravanas, los moteros alemanes se quedan parados igual que los coches, y no circulan entre ellos. Por suerte somos españoles y avanzamos entre los coches parados. A algunos alemanes se les queda tanta cara de tontos cuando nos ven pasar que arrancan sus motos y nos siguen entre los coches. Cuando no hay obras y no hay límite de velocidad, los coches circulan bastante rápido. El carril de la derecha suele circular a unos moderados 110-120kms/h, el siguiente carril a unos 140, y el de la izquierda entre 160 y 180kms/h., nosotros rodamos en esta última horquilla. Las motos responden de maravilla, aunque la Triumph de Javier acusa mucho el viento de los camiones y autobuses, pues tiene un frontal muy grande. Le quita mucho viento al conductor, pero es más sensible a las turbulencias. De repente, un imbécil en un mini se incorpora a toda velocidad por el arcén, y cruza los carriles zigzagueando. Hay que ir con cuidado…tenemos muchos kilómetros por delante. Y bufff…hace mucho calor.
Mi intercomunicador no funciona. Tal vez no tenga batería, lo puse a cargar en el hotel pero quizás falló la carga por algún motivo. Lo soluciono cambiándolo por el de Begoña. Ya veré más tarde cuál es el problema.
Javier no va bien. Tiene una contractura muy fuerte en la espalda. En una parada de repostaje le hago un masaje a ver si mejora algo (un masaje de los deportivos, eh? Sin mariconadas, que ya os veo venir). Parece que mejora algo y podremos continuar. Antes de ponernos en marcha voy al baño (70 céntimos, por cierto), y como es de los que se limpian automáticamente hago una grabación para la posteridad con el móvil –procurando que no se me caiga dentro-. ¡Igualito que en las gasolineras españolas!
(Te suena, Louisa? jejeje)


A eso de las 18:30 llegamos a Travemunde, de donde se supone que salen los ferrys. Preguntamos a un empleado y nos indica unas filas y unas garitas. Al llevar allí vemos varias motos y moteros. Javier le pregunta a un motero finlandés de casi dos metros de altura y lleno de tatuajes, quien amablemente nos indica dónde ir a por los billetes. Le pedimos que nos vigile las motos y el equipaje, y allá que nos vamos (ya mismo se nos ocurre en España pedirle a un tipo así que nos vigile el equipaje…). Para llegar al edificio hay que recorrer un pasillo acristalado que transcurre sobre las garitas, de unos 100 metros de longitud.
Al fondo, el pasillo de los 100 metros lisos
 Una vez en el edificio, tuvimos que esperar unos 20 minutos a que abrieran, que dedicamos a pensar hacia dónde vamos a ir, puesto que en ese momento aún no lo tenemos decidido. Las opciones son ir a Malmö (Suecia) o a Helsinki (Finlandia). El ferry de Malmö llega a la mañana siguiente, y el de Helsinki tarda 24 horas más, pero nos deja más cerca de Rovaniemi, donde tenemos que recoger a Begoña. Nos decidimos por Helsinki, además, Javier tiene la espalda muy contracturada y le vendrá bien un descanso. Hace un último intento de conseguir transporte para la moto desde Oslo, pero no consigue nada y se da por vencido. Volveremos a España en moto.

Esperando para pasar
Volvemos a donde dejamos las motos. Ya hay más gente, coches y motos. Detrás de nosotros hay una pareja de finlandeses, cada uno en su moto, ambas BMW. Al principio me pregunto por qué el hombre tendrá puesto el caballete de su BMW LT y estará subido sobre los estribos…hasta que miro hacia abajo y veo sus pies en el suelo ¡el tío mide bastante más de dos metros! Eso sí, es un hombre muy amable y educado. A los pocos minutos, abren la barrera y comienza el check-in. La chica de la garita es la misma que estaba en las oficinas, así que nos recuerda. Ella sabe dos palabras en español y yo otras dos en alemán, así que la conversación es corta y pasamos las motos al recinto donde nos toca esperar otra vez. Al cabo de bastante tiempo, vemos que la pareja de las BMW se ha marchado, y vuelven al cabo de un buen rato. Éstos fijo que se han ido al edificio a cenar…así que nosotros hacemos lo mismo.
La última cerveza en condiciones hasta dentro de
muuuuucho tiempo.
Nos comimos para cenar una salchicha de por lo menos 30 cms con sus patatas fritas, y una buena cerveza alemana. Me preguntan: Große Bier oder ein kleines Bier? Le respondo inmediatamente: -Große, große, por supuesto!!- A tomar por culo la dieta de Mesala, todo el día que si los carbohidratos por la noche no, que si las proteínas esto y aquello… amos, anda!! Ah, antes de volver compramos en el supermercado  una botella de vino y otra pequeña de Jägermeister. Para redondear la dieta, claro.
De vuelta a las motos, entablamos conversación con los moteros que están esperando como nosotros. Allí mantuve la conversación en inglés más larga de mi vida hasta ese momento (o sea, dos minutos), con un finlandés que vuelve de Italia en su Harley. También hay otra pareja de finlandeses, éstos más bajitos y acercándose a los 50 años, con los que charlamos un poco.



A ver si se van a caeeeer...
Por fin llega el momento de embarcar las motos. Es mi primer ferry, espero no resbalar en el suelo metálico. Afortunadamente todo va bien, es más fácil de lo que parecía. Llego arriba y me encuentro con que la chica que nos indica dónde hay que dejar las motos es la hermana rubia de Lisbeth Salander. Vaya tía: camiseta de tirantes, flaca, llena de tatuajes y con una cara de mala leche que te aseguro que no se te ocurriría discutirle lo más mínimo… Amarramos las motos con cinchas, y como es la primera vez que lo hacemos nos fijamos en cómo lo hacen los demás.

Cargados con nuestro equipaje nos vamos a buscar nuestro camarote, un zulo donde Mesala ocupará la litera superior…lo que le ocasionará algún que otro “quebradero” de cabeza jejeje. Probablemente debido a la cercanía de los renos, ya comenzaba a sentir la furia animal…y le pegó varias cornadas al techo en plena noche. Si es que no se puede ir a mear tres o cuatro veces cada noche, abuelo!!
Nos duchamos y salimos a cenar. Nos tomamos unos vinitos al fresquito en cubierta, y nos fuimos a dormir, pensando que el siguiente día sería un día muy relajado. Pero no fue exactamente así…








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