Blog para no olvidar mi viaje en moto a Nordkapp y Noruega. Y, bueno, algún otro viajecillo. Sin más pretensiones.

Primer viaje: Nordkapp en verano 2011, lo que viene a ser una vuelta en moto a lo largo de 8 países, en 17 días y con 13.000 kilómetros recorridos (11.000 en moto y 2.000 en ferrys)

Segundo viaje: Escapada a Marruecos en Navidad 2012.

Tercer viaje: Rumbo a Turquía: viaje en solitario a Turquía pasando por los Balcanes, en verano 2015. Casi 10.500 kms y 10 o 12 países (según se mire)

Cuarto viaje: THERE AND BACK AGAIN. Viaje en solitario a Lituania. Más de 8.000 kms en 8/9 días.

martes, 3 de abril de 2012

DIA 14: miércoles 27 de julio. OSLO – KIEL (Alemania) –700 kms en barco-


Bajamos a desayunar al comedor del hotel. Mientras comemos, miro a mi alrededor. La inmensa mayoría de los huéspedes son chavales jóvenes, probablemente estudiantes tipo Erasmus, que desayunan mientras leen absortos sus libros subrayados. Una chica de origen oriental teclea afanosamente en un portátil. Al terminar el desayuno, hay que retirar las bandejas, como en un Mc Donalds pero dando un paso más: colocamos ordenadamente el contenido de las bandejas en sus lugares correspondientes, de manera que quedan listos para introducir en el lavavajillas (aquí los cubiertos, aquí los vasos, los platos en la rejilla…). Definitivamente este lugar es más una residencia escolar que un hotel.

Descargando el equipaje en el aeropuerto
Salimos a la calle y cargamos las motos. Hoy también hace un buen día, y los 50 kms de autovía hasta el aeropuerto de Gardermoen no resultan muy pesados, a pesar del tráfico. Aparcamos en la puerta y descargamos el equipaje de Begoña. Con un nudo en la garganta me despido de mi peque hasta dentro de unos días.


Jooo...qué penita...

Volvemos a Oslo, y el GPS nos lleva al muelle desde el que saldrá nuestro barco. Mostramos nuestros documentos y el número de reserva al tipo de la garita, y nos ponemos en la cola de las motos para entrar al barco. Mientras esperamos, Javier aprovecha para tensar un poco la cadena de su Triumph, y yo compruebo el nivel del aceite de mi GS. Unos moteros alemanes se acercan y charlamos un poco.  Uno de ellos dice que ha ido varias veces a España con su moto. También tiene una red Pacsafe (es una red de acero que envuelve y protege el equipaje contra los robos http://pacsafe.com/), <para cuando va a España, porque en Alemania no la necesita> Brrr…me duele mucho el comentario, pero lo que más me duele es que tenga razón. Durante la mayor parte del viaje hemos gozado de una tranquilidad total respecto a la seguridad de las motos y del equipaje. En Finlandia y Noruega, dejábamos los cascos, chaquetas, guantes…todo, sobre la moto y entrábamos en la gasolinera a pagar, tomar café, ir al servicio… Por desgracia, al irse acercando a Francia hay que abandonar tales costumbres. Los mediterráneos en general somos gente de poco fiar, y los españoles en particular somos unos chorizos de cuidado. En España te dejas los guantes sobre la moto al entrar en casa, y al salir de nuevo han desaparecido. Y lo jodido es que quien te los ha robado es tu vecino.

Nuestro barquito.

¡Somos unos expertos ya!

Por fin nos toca subir al barco. Se trata del Color Fantasy, de la Compañía Color Line, pero no es exactamente un ferry, en realidad se trata de un crucero, no muy grande, pero un crucero al fin y al cabo. ¡Cojonudo! ¡De nuevo hemos triunfado como Los Chichos! Con la soltura de los viajeros experimentados que nos sentimos ya, subimos las motos al barco y las sujetamos con las cinchas.

Ya te digo...
Acabamos de llegar a nuestro camarote acarreando el equipaje, cuando recibo un sms de Begoña. El aeropuerto donde la dejamos no es el correcto. Su vuelo sale de otro aeropuerto. Nos quedamos helados. ¿Cómo ha podido pasar? ¿Pero en Oslo hay más de un aeropuerto? En la guía de Javier y en la mía sólo aparece uno. Bueno, pues resulta que sí. Nosotros la hemos dejado en el aeropuerto de Gardermoen, a 50 kms al norte de Oslo, y su vuelo sale del de Torp, que está a 110 kms al sur de Oslo, o sea, ¡a 160 kms de donde la hemos dejado! La llamo e intento tranquilizarla, y de paso tranquilizarme yo. Por suerte, si hay una mujer capaz de desenvolverse en cualquier situación y resolver este tipo de jaleos, es Begoña. Nos va retransmitiendo en tiempo real, vía sms, su periplo intentando conseguir un medio de transporte hasta Torp: en la oficina de Información descartan el tren, a pesar de que allí hay una parada (¿?), le indican que lo mejor es el taxi o el autobús. El taxista le pide 300€ y ella se escandaliza ¿300 euros? ¿estamos tontos? ¡Ni de coña, guapo! Además, ya había cambiado el dinero y apenas llevaba algo de calderilla. Para colmo, a Begoña no le gustan los taxis…en fin, manías suyas. Corre a la parada del autobús: hay una cola enorme. El primer autobús a Oslo se llena antes de que llegue su turno. Bueno, el siguiente llegará en unos 15 minutos, si lo coge tal vez pueda enlazar con el bus que lleva a Torp. Efectivamente, consigue el enlace con el único autobús que podía llevarle al aeropuerto esa tarde, pero, ¿llegará con  suficiente tiempo? Pues…¡por los pelos! Llega al aeropuerto una media hora antes de salir el vuelo. Los tres respiramos con alivio. Casi 4 horas después y con mucha pena, subirá a su coche en un triste y solitario aeropuerto de Málaga. Para ella, el viaje ha terminado.

 
Mientras todo esto sucede, nosotros nos vamos acomodando en el barco. Dispuestos a despedirnos de Oslo mientras zarpamos, salimos a cubierta y buscamos la popa. Mientras nos dirigimos hacia allí, veo que hay unas mamparas de cristal oscurecido en la cubierta, supongo que para proteger al pasaje del viento. Estoy pasando a través del espacio que hay entre ellas cuando oigo un ¡Blomm! No me lo puedo creer. Javier no ha visto el cristal y se ha estampado de bruces contra la mampara. Me descojono a base de bien un buen rato…este chico es una fábrica de anécdotas ambulante!!!


Recreación de los hechos en el escenario del crimen.

 
Apoyados en la barandilla, sosteniendo cada uno en la mano sendas cerveza Lettøl que hemos introducido de estraperlo, contemplamos con cierta tristeza cómo nos alejamos lentamente de Noruega. En nuestro ánimo, de alguna manera, comienza a hacerse patente que el viaje se encamina hacia su irremediable final. Brindamos por Escandinavia y nos despedimos de ella con pesar.

Entramos y recorremos el barco buscando dónde comer. Al final nos decidimos por un establecimiento con el hispánico nombre de Tapa´s bar, donde aparte de unas aceptables tapas, nos calzamos unas magníficas y turbias cervezas de trigo, bastante mejores que las tristes cervezas de 2,5 grados que bebimos en cubierta.
Por fin cerveza decente!!

Enfrente hay una tienda tax-free, en la que hacemos una rápida incursión para aprovisionarnos del indispensable Jägermeister y de algunas cosillas más, como unas botellitas del inefable Aquavit. ¿Que qué puñetas es eso? Os lo explico. Veréis, el aquavit (también conocido como Akvavit) es una bebida destilada de 40º, típica escandinava. Su nombre procede de aqua vitae, que significa "agua de la vida" en latín. Viene a ser algo parecido al vodka. Y sabe a rayos fritos, os lo juro, ni agua de la vida ni puñetas, eso es matarratas mezclado con aguarrás. Vamos, que su uso más adecuado debe de ser desatascar inodoros. Claro que en ese momento nosotros no lo sabíamos, y creímos que sería una buena idea comprar una botellitas para beberlas con los amigos mientras recordábamos el viaje. En fin, así lo hicimos, y desde entonces los citados amigos no han vuelto a aparecer por mi casa…

 
Subimos a cubierta y damos buena cuenta del Jägermeister, con fines medicinales, claro, ya sabéis que es un excelente digestivo. Se está tan a gusto, que nos echamos una siestecita en cubierta… ¡somos españoles, coño, hay que respetar las costumbres patrias!


Cuando los vapores del Jägermeister se disipan, bajamos al camarote. Javier se marcha al gimnasio, cuesta 12€ pero está muy completo, tiene hasta jacuzzi y sauna. Yo no me decido a ir y me quedo allí solo viendo la tele, disfrutando de la ya desacostumbrada tranquilidad de no tener nada que hacer.

Comedor de popa.
Al caer la noche cenamos en un restaurante italiano, cena servida por un camarero portugués que hablaba español, y que fue tan solícito y amable que no cabía ninguna duda de que lo que buscaba (y consiguió, se lo había currado) era una buena propina.



Dando un paseo de vuelta al camarote, descubrimos un disco-pub semi desértico. Entramos para tomar la última. En la pista de baile había dos noruegas completamente borrachas y desfasando por momentos, tres alemanas carentes por completo del sentido del ritmo, y dos chicos alemanes que Javier apodó “Los Pelochos”, aunque en realidad a quien se parecían es a esa especie de agente secreto con pelo afro que sale en el anuncio del 11811. Después de que nos apurásemos dos Heineken, las alemanas seguían en la pista repitiendo exactamente el mismo paso de baile, como unas conejitas Duracell con algún fallo mecánico. Por suerte allí estaba Javier, transmutado en Mesala,  para mostrar al mundo cómo hay que mover el esqueleto en una pista de baile…

Aburridos de ver a las noruegas entrar y salir de la pista creyéndose divinas de la muerte mientras se sujetaban la una a la otra para no caer al suelo, y a los Pelochos que seguían sin triunfar, nos marchamos a dormir algo pasadas las doce. En la pista, una de las alemanas aún repetía su paso de baile una y otra vez, indiferente a los cambios de música o de ritmo, en una especie de perpetuum mobile germánico.


LAS FOTILLOS QUE NO HE PUESTO AÚN:

Ejem...la despedida
Saliendo del puerto de Oslo.


Interior del barco.



Al fondo, Oslo. En primer plano, el culpable de este blog.

Adiós, Escandinavia. Ojalá nos veamos de nuevo pronto.

Las chimeneas del barco eran de estética tipo Asterix

Las mamparas son como para verlas, o no? Vaya despiste, vamos no me jodas...

Nuestro lugar en el mundo ese día.

2 comentarios:

  1. Me encanta todo lo que publicas. Muy divertido y explicativo. ¡Enhorabuena Badulacke!

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  2. Gracias Luz. Uno no es que sepa escribir, pero intento que quien lo lea se pueda hacer una idea de lo que pasó, y también por puro egoísmo, para tener una especie de diario para recordar aquellos maravillosos días.
    Gracias de nuevo!!

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